La calibración es la comparación de una métrica real con una norma de precisión conocida. En el caso de las pantallas y monitores, los parámetros más importantes que hay que calibrar son los ajustes de brillo, color y punto blanco. Esto significa ajustar tanto la salida de luz de la pantalla como los colores primarios.
En el caso de las pantallas independientes tradicionales, incluidos los televisores domésticos, el calibrado es innecesario. La calidad de las pantallas suele ser lo suficientemente buena como para acercarse a la norma. Tanto los colores como el brillo seguirán siendo suficientes para ofrecer una calidad de imagen aceptable. Por tanto, no es necesario utilizar herramientas de calibración. Sin embargo, en el caso de las pantallas profesionales, la calibración es crucial. Las pantallas médicas, por ejemplo, en las que un ligero matiz puede tener graves consecuencias médicas, necesitan realmente una calibración perfecta. Por este motivo, todas las pantallas médicas de Barco incorporan un dispositivo de calibración.
También en las aplicaciones de pantalla mural es necesario un calibrado perfecto, ya que influye en la experiencia de visualización. Los paneles se calibran en fábrica. Esto significa que el mural tendrá normalmente un buen aspecto en el momento de la instalación. Sin embargo, con el tiempo se producen ligeros cambios en el color, el brillo y el contraste. Esto es apenas perceptible en las pantallas independientes, pero cuando los paneles están situados uno cerca del otro, la más mínima diferencia en la percepción del color y el cambio de brillo es claramente visible. Esto resta importancia al mensaje que la pantalla mural quiere transmitir. Sin una calibración perfecta, la pantalla mural completa parecerá desequilibrada.